EXPOSICIÓN DE PINTURA
Los cuadros de esta exposicion están en venta en la web : sinse.bast
THIS IS NOT FINE DINING
Los años ya han pasado compartiendo grandes charlas sobre el arte y sus compromisos en sus diferentes culturas y medios de expresión, padre e hijo, debatiendo con pasión y brío sobre cuestiones existenciales como si nos fuese la vida en ello. Desde pequeño tuve la suerte de ser considerado un igual en la mesa de comer, escapándome de las patatas fritas a repetición y compartiendo a menudo el menu de “los mayores”; aunque yo también utilicé el comedor como un campo de batalla, lugar donde me enfrente a quien me daba de comer, juegos de poder en los que a menudo algo no me gustaba por mientras que lo único que ocurría era que estaba enfadado. Rápido entendí que el me gusta o no me gusta no esta relacionado tan directamente como yo creía a lo “bueno” o lo “malo”,sino que mis gustos nacían de la relación humana que la rodeaba. Con tiempo observé que aquí se esconde mucho más, que estas relaciones están llenas de “tira y afloja” y que de ese campo de batalla tan cuotidiano, donde tantas lagrimas se vertieron, nacieron mis gustos...mis victorias y en mis derrotas. La estética, y los gustos que me rigen son entonces la conclusión de todas estas relaciones, consolidadas en mi memória.
“This is not fine dining” es una exposición que nace de la necesidad de cuestionar un cliché. Hay muchas historias en el mundo de la gastronomía que merecen ser contadas, pero me resulta necesario subrayar que la historia de la cocina, como la del arte, siempre ha estado instrumentalizada por la cultura dominante, instaurada por quienes poseían el poder. Las diferentes estéticas o corrientes son la conclusión, entre otras cosas, de las relaciones sociales de la época y sus manierismos, pues “esto le gusta al rey y por consecuencia a toda la corte”.
Fue importante para mi entender que esta instrumentalización es consecuencia de los mismos juegos de poder que tuvieron lugar en la mesa de mi casa, pero entre adultos en lugares de alto standing. No trato de juzgarlo aqui, solo señalo el hecho de que el desarrollo de la pintura, como el de la danza, la , o la cocina han sido calibrados a la altura de las expectativas de los clientes, y no de los artistas. Por tanto son pocas las artes, o los artistas, que se han liberado de la necesidad de ser validados, de asumir el rol subversivo de compartir su más intima locura, con todos los sabores que ella implica. Por fines puramente económicos los artistas acostumbramos a permanecernos fieles a la exigencia del ojo ajeno, encorsetados en estructuras anticuadas. Hasta hace no tanto tiempo el “arte” servía únicamente para reproducir las imágenes idealizadas de la alta sociedad, escenificando sus narrativas y creando una distinción muy precisa de la cultura o folklore del pueblo, con sus fascinantes cantos, rodas y recetas de abuela, frente a la musica, bailes y otros ornamentos de la “alta sociedad”. Una forma de sublimar y diferenciar el poder de la plebe, y de paso mostrar la valía de la cultura propia como firma identitaria.
Qué tendrá esto que ver con el “fine dining”?
“This is not fine dining“ propone una crítica al manierismo forzado que nada tiene que ver con la comida, la calidad o la sinceridad del gesto. Es una provocación abierta que trata de diferenciar muy claramente el fondo de la forma. “Fine dining” es la ostentación de la forma, del contenedor y no del contenido. Nada tiene que ver con la creatividad libre y desatada de tantos artistas fascinados por sus propios descubrimientos que encuentran sus limites y garabatean con ellos. La busqueda que comparto con mi padre, Bernd, es la sinceridad del gesto espontáneo; la proposición de experiencias realmente innovadoras; es construir contextos fertiles a la creatividad, exentos de todo el ruido que impida prestar atención a la experiencia del artista.
Diferenciemos entre comer bien y el paripé.
Muchos restaurantes, muchos artistas dedican gran parte de su energía a construir el contenedor, la forma, el concepto, la idea, y olvidan llenarlo de experiencias, de aventuras, de pasión, de obsesiones, de locuras. Comprendo la dificultad de perder el control, de sentirse frágil, de mostrarse vulnerable, de tener miedo, de caer, pero solo ahí se encuentran los tesoros que tan desesperadamente buscamos, las pepitas que hacen del arte un “real” camino.
Todos sabemos que los grandes cocineros franceses históricamente servían a la nobleza, y que cuando rodaron las cabezas se quedaron sin trabajo y tuvieron que reinventarse, llenando las ciudades de cocinas de alto nivel al servicio de lo que en aquel entonces serían sus nuevos clientes, la burguesía.
No debemos olvidar que la guía michelín se inventó literalmente para “quemar rueda”, una forma de consumir la goma de la tan famosa firma de neumaticos. De esta manera tan original se animó a viajar a todos aquellos parisinos que, siendo grandes gourmettes et gourmandes, sufrían del centralismo tipico de las grandes ciudades, dudando que existiese nada de valor más allá de los limites de su ciudad.