La Torre del Visco
Hotel Relais & Chateaux
Fuentespalta (Teruel) a 2,5 horas de Valencia

(texto de nuestro libro Alma Mediterránea, del 2013, de Bernd Knöller y Xavi Mollà)







Los milagros sí que existen y el hotel La Torre del Visco es uno de ellos.
El milagro de crear un espacio único, donde las manipulaciones de la televisión y los pseudolujos con los que nos bombardean los medios de comunicación durante todo el día no tienen cabida, no existen.

¿Cómo es posible que la gente pueda desayunar en la cocina de un hotel? 

Podemos encontrarnos a casi todos los empleados en cualquier sitio, ayudando en la cocina, sirviendo en el comedor, cortando el césped o podando las múltiples y maravillosas rosas que protegen esta hermosa casa, como si se tratase de un cuento de los hermanos Grimm. 


    Un paseo por el Hotel la Torre del Visco

    Los milagros sí que existen y el hotel La Torre del Visco es uno de ellos.

    ¿A quién se le ocurre hacer un hotel de lujo a tres horas de Barcelona y de Valencia, en una zona despoblada y despreciada, donde los últimos cinco kilómetros son una pista forestal de difícil acceso, estrecha, con muchísimas curvas y con escasa visibilidad? ¿A quién se le pasa por la cabeza hacer un hotel de lujo en un sitio como este?

    ¿Hotel de lujo? No tiene piscina ni tampoco spa. ¿Existe un hotel de lujo en el mundo sin piscina ni spa? Tampoco tienen televisión; ni siquiera teléfono en las habitaciones. La mayoría de los móviles no tienen cobertura. El único teléfono está en la cocina. ¿En la cocina?

    Sí, en la cocina.

    La cocina es el centro neurálgico de este hotel de lujo y, además, es también la recepción, porque recepción como tal tampoco la hay. Pero ahí es donde podemos encontrar las llaves de las habitaciones, justo al lado del teléfono.

    Y precisamente la cocina es otro milagro, como si fuera la casa de tus sueños. Es profesional, equipada con todo lo necesario y, a la vez, casera, acogedora, cómoda y con una gran mesa de madera; como tiene que ser. Es el reino de Remy y Jordi y, por supuesto, del afable y sabio Piers, dueño y alma —junto con Jemma— de este hermoso lugar.

    Se desayuna en la cocina, en esa gran mesa de madera. Es increíble.

    Los clientes de este hotel de lujo, que llegan en su coche de lujo por ese desastroso camino, desayunan todos juntos en la misma mesa.

    ¿Cómo es posible que la gente pueda desayunar en la cocina de un hotel? Según Piers, porque este hotel no tiene ni cinco ni cuatro estrellas. No tiene ninguna. Y por eso tampoco tiene que cumplir ciertos requisitos legales.

    Mermeladas caseras, membrillo, requesón, una coca de bizcocho recién salida del horno, jamón con denominación de origen Teruel, sobrasada, chorizo de procedencia ecológica y un sinfín de preparaciones con huevos de gallinas felices. No falta de nada en la mesa; Ana Mari y Nati preparan los desayunos con una dedicación encomiable. No es de extrañar que una importante guía gastronómica lo haya nombrado el mejor desayuno de España.

    La barra del bar tampoco existe. Existe la bodega, una antigua bodega del siglo XV, donde cada uno puede entrar y servirse una cerveza, una copa de vino, un brandy o una botella de champán en cualquier momento del día o de la noche. Basta con que el propio cliente apunte la consumición en un papelito. La confianza se da por supuesta. No obstante, quien lo prefiera, puede también pedir la bebida a una de las amables camareras que atienden el lugar. Aquí es posible estar sentado en un cómodo sofá mirando la ribera del río Tastavins, donde se presenta un mosaico de olivos, almendros y árboles frutales cultivados ecológicamente. También se puede disfrutar del fuego de una de las chimeneas —¿por cierto, cómo es posible que consigan que las chimeneas siempre estén perfectamente encendidas?—, o simplemente soñar, gozando de una tranquilidad sorprendente, únicamente interrumpida por una camarera que siempre pasa en el momento justo para preguntarnos si nos apetece una infusión de hierbas —recogidas por la mañana— con un bizcocho casero. Otro milagro.

    La cena, en cambio, sí que se sirve en el restaurante y en mesas separadas, y sin la presencia de ningún pianista tocando las suaves melodías de la temporada.

    El menú, si no se ha acordado previamente filosofando con Piers y Jemma, lo pedimos en el momento, sentados en este comedor perfectamente equilibrado entre la tradición —que impone este centenario lugar— y la modernidad. Las creaciones culinarias de esta casa son de corte más bien clásico, pero con toques contemporáneos muy coherentes. Todas las verduras, hierbas y frutas son de la propia huerta ecológica; los pescados de los puertos del Delta del Ebro y las carnes de ganaderías sostenibles cercanas.

    En verano la cena se sirve en la terraza, donde lo único que se ve son las estrellas y la suave iluminación del hotel. En el amplio panorama que divisamos, no se aprecia ninguna luz, ni se oyen restos de civilización.

    Tradicionalmente se toma el café y el brandy en medio de una agradable tertulia en la biblioteca, o al lado del piano de cola Bechstein.

    Podemos encontrarnos a casi todos los empleados en cualquier sitio, ayudando en la cocina, sirviendo en el comedor, cortando el césped o podando las múltiples y maravillosas rosas que protegen esta hermosa casa, como si se tratase de un cuento de los hermanos Grimm. Y todo con una simpatía innata, sin ningún esfuerzo, de manera que sonreír parece lo más normal del mundo. Nos acordamos de otros hoteles y sabemos que esto no es lo más habitual. Este hotel de lujo nos recuerda (disculpen la comparación) la forma de jugar al fútbol de Messi: en ambos casos consiguen que lo genial parezca sencillo.

    Estamos en otro mundo. Jemma y Piers han conseguido el milagro.

    El milagro de crear un espacio único, donde las manipulaciones de la televisión y los pseudolujos con los que nos bombardean los medios de comunicación durante todo el día no tienen cabida, no existen.

    Han conseguido un mundo de tranquilidad y paz de verdad, de arquitectura funcional y, a la vez, de gran belleza, de arte plástico y de gastronomía.

    En este hotel hemos trabajado Xavi y yo intensamente durante muchos días en la preparación de este libro. Hemos disfrutado mucho del servicio, que roza la perfección, y de la amistad de sus dueños.

    Muchas gracias.