El Bulli El Sabor del Mediterráneo 1993
La entrada de los “frikis”
Otro libro importante para mí era El Bulli, El sabor mediterráneo (1993). Un tesoro que amplió mi universo culinario. Recuerdo con emoción encontrar este primer libro de Ferran Adrià, un viaje a la vanguardia y a una creatividad desbordante que abrió nuevos caminos, mejor dicho, nuevas fórmulas en la gastronomía.
Empezaba otra nueva época: La entrada de los “frikis” en la gastronomía. Frikis en el mejor sentido de la palabra. “Friki es un término coloquial en español que proviene del inglés "freak". Se utiliza para describir a una persona que es extravagante, rara, excéntrica o que practica una afición de manera desmesurada y obsesiva.” ... Desmesurada y obsesiva estaba exactamente el caso. Era necesario ver la gastronomía desde un nuevo ángulo: desde la izquierda, desde el rock ´n roll, desde las drogas, desde el LSD, desde el extremo; verla desde el arte más salvaje y bello, desde el amor, desde una nueva y nunca vivida libertad.
En aquella época la alta cocina estaba ocupada por una derecha casposa y aburrida, franquista, tanto estéticamente (me refiero al interior de los restaurantes) como en la forma de cocinar, tanto también en los productos. No había (todavía) frikis productores.
Este libro era uno de los que marcaron el cambio. Hay otros, pocos, como los de Marco Pierre White con el genial título de “White Head”.
Todavía faltaban muchos años hasta que René Redzepi quitara los manteles de la mesa, con el argumento de que su mesa estaba hecha por un artesano (¿friki?), cada mesa un unicum (único) y valían muchísimo dinero, mientras que en los mejores restaurantes del mundo los tableros eran de aglomerados tapados, escondidos con manteles de lino.
René decía: “Lo que se ve es. Nada está escondido y nada es falso.”
Empezaba otra nueva época: La entrada de los “frikis” en la gastronomía. Frikis en el mejor sentido de la palabra. “Friki es un término coloquial en español que proviene del inglés "freak". Se utiliza para describir a una persona que es extravagante, rara, excéntrica o que practica una afición de manera desmesurada y obsesiva.” ... Desmesurada y obsesiva estaba exactamente el caso. Era necesario ver la gastronomía desde un nuevo ángulo: desde la izquierda, desde el rock ´n roll, desde las drogas, desde el LSD, desde el extremo; verla desde el arte más salvaje y bello, desde el amor, desde una nueva y nunca vivida libertad.
En aquella época la alta cocina estaba ocupada por una derecha casposa y aburrida, franquista, tanto estéticamente (me refiero al interior de los restaurantes) como en la forma de cocinar, tanto también en los productos. No había (todavía) frikis productores.
Este libro era uno de los que marcaron el cambio. Hay otros, pocos, como los de Marco Pierre White con el genial título de “White Head”.
Todavía faltaban muchos años hasta que René Redzepi quitara los manteles de la mesa, con el argumento de que su mesa estaba hecha por un artesano (¿friki?), cada mesa un unicum (único) y valían muchísimo dinero, mientras que en los mejores restaurantes del mundo los tableros eran de aglomerados tapados, escondidos con manteles de lino.
René decía: “Lo que se ve es. Nada está escondido y nada es falso.”